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viernes, 25 de noviembre de 2011

Los (des)enamoramientos

Comenzaré confesando que con Javier Marías siempre he sido un poco sofíamazaguista... ya sabéis, "Me encanta este escritor, algún día espero leer algo suyo". 

Me explico: me bastó leer uno de sus libros, que consideré maravilloso, para elevarle a los altares, a pesar de que el resto de las novelas que leí no estuvieron a su altura. De todas ellas, una me dejó fría, dos las dejé a medias y el resto ni las he abierto. Sin embargo, el casi absoluto desconocimiento de su trabajo no me suponía ningún problema, consideraba tener información suficiente para hacer apasionadas críticas y fervientes recomendaciones de Marías como novelista. Hasta que leí Los enamoramientos.


«La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida…»
Así comienza Los enamoramientos, la nueva novela de Javier Marías, consagrado como uno de los mejores novelistas contemporáneos. María Dolz, la narradora y protagonista, sólo supo su nombre «cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa».
Con una prosa profunda y cautivadora, esta novela reflexiona sobre el estado de enamoramiento, considerado casi universalmente como algo positivo e incluso redentor a veces, tanto que parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores desmanes y ruindades.Los enamoramientos es también un libro sobre la impunidad y sobre la horrible fuerza de los hechos; sobre la inconveniencia de que los muertos pudieran volver, por mucho que se los haya llorado y que en apariencia nada se deseara tanto como su regreso, o al menos que siguieran vivos; también sobre la imposibilidad de saber nunca la verdad cabalmente, ni siquiera la de nuestro pensamiento, oscilante y variable siempre.

Marías se me ha hecho mayor de golpe. Pero mayor-mayor. ¿Sabéis cuando estáis en la parada del autobús y se os acerca un abuelito a contaros batallitas? ¿Y le escucháis cortésmente, y fingís interés, y cuando parece que ha acabado vuelve otra vez a contar lo mismo? ¿Y otra vez, y otra? ¿Tanto que al final os sentís incómodos? Así de mayor.

Marías se repite. De forma externa, repite en este libro muchas de las divagaciones de Mañana en la batalla piensa en mí, y, en menor medida, de Corazón tan blanco. También de forma interna, repite las divagaciones de una página a otra, camufladas entre frases interminables. Los mismos personajes de siempre, en los mismos escenarios de siempre haciendo lo que hacen siempre: divagar en torno a un monotema, hasta que se te pone la cabeza como un bombo y piensas "que sí, pesao', que sí".

Y lo mejor de todo, ¿sabéis que es? Que habrá quien diga: ¡Pero bueno, Lorena, ¿por qué te quejas ahora? ¡Si siempre ha sido así! Y tendrán razón.

Pero que te des cuenta tarde de este tipo de defectos obvios, y que te empiece a hastiar lo que antes te encantaba es lo que ocurre cuando se acaba el amor.

Cuando comienza el desenamoramiento.

jueves, 17 de noviembre de 2011

10 razones para odiar Glee

Debo empezar diciendo que el piloto de Glee me dejó boquiabierta, fascinada. Cuando lo vi, estaba absolutamente convencida de que me encontraba ante algo totalmente rompedor, con un humor sutil, y si no negro, al menos gris oscuro. 

Teníamos al típico profe-guay para un grupo de inadaptados de instituto, a una mini-diva que utilizaba al chico en silla de ruedas como parte de su atrezzo:


En el segundo episodio teníamos a ese mismo grupo de impopulares pretendiendo ser sexys, y logrando unicamente ser un tanto perturbadores:


Y en algún punto entre este segundo capítulo y los posteriores se decidió vender la serie al más puro merchandising, supeditando la trama dramática a los intereses comerciales. Fue entonces cuando se convirtió en todo un éxito, y cuando yo empecé a contabilizar las razones por las que considerarla un fraude:
  1. Su falta de mala baba: ¿Teneis en mente esos ejemplos de mala leche y de humor incómodo que he citado antes? Quedaos con ellos, porque no ha habido (y probablemente no habrá) ninguno más...
  2.  ...Y directamente relacionado con ello, su carácter adoctrinante/moralista: Habrá quien diga que en Estados Unidos necesitan escuchar lo importante que es respetar la orientación sexual ajena y lo dañino que es el bulling día sí, día también, pero a mí me resulta agotador. Últimamente la mitad de los capítulos están dedicados al "Quiérete tal como eres". Un poco demasiado, ¿no os parece?
  3. Su definición de lo que es un coro: Que sí, que nos ha quedado claro que Lea tiene una voz maravillosa, no necesitamos que siga siendo la solista del 80% de las canciones. ¿En este plan pretenden ganar a Vocal adrenaline?
  4. Sus tramas erráticas, inconsistentes, que supongo, responden a las directrices marcadas por los  estudios de mercado. Personajes que aparecen y desaparecen en función de la popularidad del actor, tramas que se quedan colgadas cuando van funcionando mal... ¿Por qué Quinn no hace más que dar tumbos? ¿Dónde han ido a parar los miembros feos del club?
  5. Mercedes: no es buena actriz y la mitad de la veces que canta, grita. Y además, es el ejemplo perfecto de personaje desdibujado con trama errática. Sus complejos van y vienes, así como sus aires de grandeza. ¿Por qué siendo como es, tiene esos ramalazos de diva solo tan ocasionalmente? 
  6. El profesor Shue: Irreal, de tan bueno y perfecto que es. Incluso la mala malísima de la entrenadora tiene claroscuros.
  7. Su elección de canciones. Insultante es, como poco, que en un país con la historia musical de Estados Unidos, se haya dedicado un capítulo especial a Britney Spears y otro a Madonna, o haber interpretado al menos tres de los ¿seis singles? de Katy Perry y todos y cada uno de los de Lady Gaga. ¿Qué hay de los demás? Por poner un ejemplo, sin salirnos del pop, sólo se ha seleccionado una canción de Michael Jackson frente a las tres de Adele, que sólo tiene un disco.
  8. Sus interpretaciones de las canciones: basadas en la imitación, en lugar de la versión. Son adolescentes descubriéndose a sí mismos, pero si tienen que cantar Don't stop believing, lo harán a lo ochentero.
  9. Su abuso del autotune: en una serie sobre jóvenes cantantes es lo único que se oye, especialmente en las voces masculinas.
  10. Y por último, pero no por ello menos importante, el saber que cuando quieren, pueden ponerte los pelos de punta...

 ...Y se te olvida que tienes que odiarles.

martes, 1 de noviembre de 2011

Las fábulas de Once upon a time

Hoy, finalmente, he visto los dos primeros episodios de Once upon a time. Tenía muy pocas ganas de ver en esta serie, por dos razones: ser producida por la ABC y contar con la presencia de Jennifer Morrison.
Y su papel es the hope, ni más ni menos
Con el primer obstáculo pude lidiar, pues la ABC ha producido un par de series que me han enganchado, en mayor o menor medida, a pesar de su moralina: 10 thingsI hate about you y Makeit or break it. Eso tiene mérito. A Jennifer Morrison no me quedó otra que soportarla, y tan mal no debió hacerlo, pues no me pasé los 80 minutos pensando que otra actriz (cualquiera) podría haberlo hecho mejor... solo los primeros 20. Su personaje es, con mucho, el peor del elenco, así que en el fondo tendré que agradecer que no hayan escogido a una actriz que me cayese bien para que al final hubiera terminado odiándola.

Si al final he terminado dándole una oportunidad a Once upon a time, es, en primer lugar, por las buenas críticas que he leído por todas partes y, en segundo lugar, por los rumores de que se trataba la adapatación televisiva del cómic Fables.

Leyendas en el exilio es el título del primer tomo de Fábulas
A día de hoy parece que nadie tiene muy claro si se trata de una adaptación oficial o no. Supongo que lo que ha pasado es lo que se nos dice en Telelocura: ¿Por qué pagar por una adaptación completa pudiendo, simplemente, copiar los elementos que prefieran? A mi no me parece mala idea. Yo tampoco habría adaptado con total fidelidad los comics, ¡ni que fueran perfectos! Ahora bien, teniendo en cuenta esto cabe preguntarse:

¿Hasta dónde llega la copia?
Para empezar, en su argumento...
La premisa de Fábulas se basa en que algunos de los personajes de cuentos infantiles y del folklore popular viven en nuestro mundo, intentando pasar desapercibidos entre los humanos normales después de haber sido expulsados de sus propio mundo mágico por el ejército invasor de alguien que solo conocemos como El Adversario. Estas "Fábulas" refugiadas han establecido su propia comunidad secreta entre nosotros, cuya sede es un edificio en pleno Manhattan.
La mayoría de las fábulas perdieron todas o gran parte de sus posesiones en su huida de su mundo natal y sueñan con el día de poder regresar y expulsar a El Adversario. Mientras tanto han organizado una sociedad secreta con un auto-gobierno (con su propio alcalde, impuestos y policía) cuya regla de oro es que ninguna Fábula puede permitir que los "mundanos" descubran su naturaleza mágica.
 frente a:
Once Upon a Time nos traslada a Storybrooke, en Maine, un pequeño pueblo donde viven atrapados y sin recordar quienes son los personajes de los cuentos de hadas. En ese maldito lugar podemos encontrarnos con Blancanieves, el Príncipe Encantador, Geppeto, Pepito Grillo, Caperucita Roja y su abuelita, la Bruja Malvada y muchas más fábulas que irán apareciendo a medida que vayan sucediéndose los capítulos.
...Continuando por sus personajes:

Aunque no comprendo la preferencia de los americanos por la sosísima princesa Disney cuya única actividad en su propia historia fue limpiar la casa de 7 enanitos, ahi la tenemos.
El Príncipe encantador de Las Fábulas es bastante más interesante, sobre todo por el hecho de que era el mismo principe para Bancanieves, Cenicienta y La bella durmiente.
Esperemos que al sheriff de la serie le dure más la nariz que a su homólogo en papel, al cual se la dejaron de dibujar en el tercer tomo.
¿Y dónde acaba la copia?

En primer lugar, los personajes de cuento de Once upon a time no saben quiénes son realmente... pero me temo que si lo supieran, serían unos aburridos de cuidado. En el comic de Fables sí que son conscientes de su identidad, y se aprecia la huella que ha dejado en ellos el vivir en una gran ciudad sin finales felices, lo que los aporta una cierta tridimensionalidad. Sin embargo, como esa sosería es solo una suposición mía, no me echaré de momento las manos a la cabeza.

Por otra parte, tenemos la localización, el que creo que es, de momento, el gra acierto de la serie. Las fábulas de Willingham se alojan en un gran edificio en el centro de Nueva York, donde viven entremezcladas con los habitantes humanos... sin levantar sospechas. ¡En Nueva York!
La localización en un pequeño pueblo de Maine de la serie es muchísimo más verosímil, y dota de cierto encanto los ambientes utilizados. Quizá porque a mí me recuerde un poco a Stars Hollow.

A pesar de todo lo dicho, tengo fe en esta serie, porque está a tiempo de aprovechar bien la premisa de la que parte. La serie de Willingham no lo hizo, y se echó a perder al poco de perder el factor novedad.