Algún día alguien me preguntará qué me pareció la trilogía El nombre del viento. Ya sabeis, esa gran obra destinada a revolucionar la literatura fantástica escrita por el-próximo-GeorgeRRMartin.
Ese día diré:
"El nombre del viento es una gran obra. Es la historia de un joven
entusiasta de la magia, cuyos sueños y valentía lo llevan hasta la Universidad. Por supuesto, tristemente, pierde al final contra ese friki pelirrojo. Pero aprende una importante lección sobre
cómo aceptar la derrota con elegancia."
Si no me hubiera lanzado a Girls a ciegas, habría encontrado más de un artículo catalogándola como la nueva Sexo en Nueva York, salvo que en lugar de exitosas treinteañeras está protagonizada por chicas en torno a los veinte años. Si hubiera buscado algo de información sobre ella, habría entendido que Hannah, la protagonista, solo tiene en común con Carrie sus aspiraciones a convertirse en escritora.
De haber leído algo sobre la nueva serie de la HBO, habría pensado que me encuentro ante una nueva Gossip girl, y que de nuevo sería incapaz de interesarme por las continuas tonterías de un grupo de chicas "bien".
En lugar de ello, la he visto sin opiniones preconcebidas, y me he dado cuenta de que me encontraba ante algo distinto con esta conversación entre Hannah y su jefe:
- Hola, Alistair.
- Hola [...] Pareces ansiosa.
- Como sabes, llevo un año trabajando aquí.
-¿Tanto tiempo? Bueno, tú eres una parte inestimable de nuestra operación.
- Lo que hace poco he descubierto que quiere decir que valgo mucho y no que no valgo nada. Y quería hacerte saber que mis circunstancias han cambiado y ya no puedo permitirme trabajar gratis.
- Oh, Hanna. Me sabe muy mal perderte. Justo íbamos a ponerte al cargo de nuestro Twitter, tienes el sentido de la réplica ideal para ello.
- Oh, no, no estoy dimitiendo. Es que... sé que a Joy-Lynn la contratasteis después de ser becaria, así que pensé que quizás... - Hannah. Joy-Lynn sabe usar Photoshop. Ahora, con la crisis, ¿Sabes cuántas peticiones para ser becario tengo cada día?
- Supongo que muchas.
- 50, unas 50. Casi los marco directamente como correo basura. Así que si crees que ya no tienes nada más que aprender de nosotros...
- No, no es eso, en realidad. Sólo que, ya sabes, tengo que comer.
- Bueno, cuando tengas suficiente hambre te darás cuenta.
-¿Quieres decir hambre físico o hambre de trabajo?
-Voy a echar de menos tu energía. Creo que esto va a ser muy bueno para ti.
- Dijiste que cuando acabara mi libro, te lo podía mandar.
- Bueno, no te tendremos aquí para leerlo para nosotros, ¿verdad?
Sin olvidar lo irreal que es el mundo que presenta Sexo en Nueva York, me pregunto si la divina Carrie Bradshaw habría pasado por esa situación unos cinco años antes de empezar a escribir su célebre columna sobre sexo. O si Hannah algún día se podrá permitir un armario lleno de manolos.
Me pregunto si Girls es la nueva Sexo en nueva York porque las mujeres ya no aspiran al éxito profesional y a una pareja que las vuelva locas, sino a un trabajo "de lo suyo" y a un chico "que esté ahí". Quizá, simplemente, Girls no es la nueva Sexo en Nueva York.
El Nueva York de Girls se encuentra a medio camino del de Sexo en Nueva York y el de Flight of the conchords. Sus chicas son una mezcla de las de Gossip girl y Bridget Jones. Su humor no es tan fácil de describir (por lo pronto, yo diría que es inexistente), pero me ha parecido atisbar potencial para parecerse a Extras entre tanta dosis de realidad.
Seguiré viendo Girls para ver en qué se deriva, pero, sobre todo, para ver que tal se desenvuelve Hannah en un McDonald's. Estoy convencida de que tarde o temprano terminará allí.
Supongo que a estas alturas pocos internautas ignorarán el significado de la palabra Españistán, o desconocerán su origen. El brillante vídeo de animación que Aleix Saló utilizó para promocionar su cómic alcanzó tal repercusión que el término con el que lo tituló es ya un neologismo de uso frecuente en nuestro vocabulario.
Pocas veces se ha dotado de más significado a una palabra.
Con semejante carta de presentación, qué menos que darle una oportunidad al cómic anunciado, aunque mucho me temía que no estaría a la altura. Y así ha sido.
Esta es la historia de un cani (o un choni, o un poligonero, ya saben…)
que, en su empeño por deshacerse de la hipoteca, deberá recorrer el
Reino de Españistán para enfretarse con todos y cada uno de los
malandrines, meapilas y soplagaitas que lo pueblan, dando lugar a un
relato plagado de tópicos, tacos y faltas de ortografía, con bien de
lobbies, parados, mileuristas, pensionistas, funcionarios, obispos,
SGAE, telebasura, enchufes, sobornos y estilismos poligoneros.
Creo que el primer problema de Españistán es su engañosa contraportada.Ya sabemos que el fuerte de los canis no es la microeconomía, pero sospecho que el protagonista no intenta deshacerse de la hipoteca en ningún momento. Digo yo que, de haberlo hecho, habría empezado su particular odisea en el banco donde la firmó.
En lugar de ello, comienza un errático viaje cuya única razón de ser es demostrarnos cada una de las cosas que funcionan mal en este país, de forma cómica, pero sin un hilo conductor demasiado fuerte. De esto entiendo que Aleix Saló tenía un conjunto de pequeños gags en su cabeza que funcionan genial por separado, pero no al ponerlos en común, pues no ha logrado dotarlos de cierta unidad. Con eso solo consigue dejarnos a medias durante la mayor parte de la historia, esperando un climax que nunca llega.
Por otra parte, esta historia la podría haber protagonizado tanto un cani intentando deshacerse de su hipoteca como una bolsa de plástico arrastrada por el viento, pues su única función es ser los ojos del lector en Españistán. Y aquí aparece la segunda decepción de esta historia: ¿No es una pena desaprovechar un personaje con tantísimo potencial como un cani utilizándolo únicamente como testigo de los hechos? Estoy convencida de que Saló tiene muy claro en su mente como es un cani, ¿por qué, entonces, no lo ha sabido plasmar en el papel? ¿Por qué es incapaz de distinguir la forma de hablar de un joven medio analfabeto de la de una funcionaria del Estado?
Españistán es a la sátira político-económica lo que el tren de la bruja es al horror: un recorrido rápido, que atraviesa todos los clichés sin profundizar en nada. Como una atracción de feria mil veces vista, al atravesar estar hecho de lugares comunes, el lector ve el engranaje de la narración y va adivinando los elementos que se sucederán: ahora, a la derecha, aparecerá el banquero malo y me dará con la escoba... a continuación, por la izquierda, le seguirá el empresario, que me pegará un susto.
Cada vez que oigo a alguien decir que la televisión española es mala, siempre he respondido exaltada ¡No, toda no!. Hay una miniserie de Canal +, que, cual aldea gala, supone un pequeño reducto de calidad dentro de ese océano de mediocridad que tenemos en nuestras pantallas.
Hablo de Qué fue de Jorge Sanz, una comedia casi perfecta.
¿Qué es Qué fue de Jorge Sanz? Nada más y nada menos que la ficcionalización de la decadencia de este actor, así como sus intetos por volver a hacerse un hueco en el sector cinematográfico/televisivo español. Según sus creadores, es "una serie innovadora de seis capítulos de media hora
que se mueven en el filo de la realidad y la ficción, con un juego de
espejos atrevido, lleno de humor y cierta tensión".
Es decir, es Extras, de Gervais, adaptado a la sociedad española, con el valor añadido de mezclar realidad y ficción, utilizando un personaje real. Es una maravilla del humor incómodo.
A pesar de la sensación de patetismo que transmite la serie, me resultaba inevitable pensar que el hecho de que Sanz accediera a participar en ella era síntoma de que en realidad su carrera no estaba taan acabada... hasta que vi esto (minuto 9:09):
Jorge Sanz en el programa de el-que-no-tenía-gracia-de-Cruz-y-raya.
Un capítulo más en el mockumentary que es su vida.
[Aún me seguría preguntando Qué fue de Jorge Sanz si no fuera por un tipo con boina, que tuvo la valentía de tragarse todo el programa de Esta noche Juan Muñoz diseccionándolo en esta genial entrada.]
Sé que tenía pendiente continuar con mi descubrimiento de Vivès, y ponerme al día con Once upon a time, pero Barbara Thorson ha entrado en mi vida como un torbellino, y me ha dejado los borradores del blog patas arriba. Tengo la imperiosa necesidad de hablar de ella y de su historia en Soy una matagigantes.
Barbara Thorson es tu nueva heroína. Una alumna de quinto curso despierta y mordaz que no le teme a nada. ¿Por qué debería hacerlo? Es la única chica de su escuela que lleva un martillo de guerra nórdico en el bolso, y se gana la vida matando gigantes... Al menos, es lo que ella dice. ¿Pero dónde acaba la fantasía y empieza la realidad en el corazón de esta atribulada niña? ¿Y si está diciendo la verdad?
Soy una matagigantes merece la pena solo por lo maravillosa que es su protagonista. Barbara es joven, pero muy inteligente; pasota y cínica, pero también luchadora e idealista. Y como Don Quijote, lucha contra gigantes que solo ella ve.
Cuando tenga 8 años quiero ser como ella.
Como cualquier superhéroe, Barbara tiene mantiene una doble vida: cuando no está organizando su siguiente batalla contra los gigantes, debe ir al colegio, sacar adelante sus clases y lidiar con profesores que no comprenden su genialidad, matones que no le dan ni un respiro y alguna que otra incauta que quiere convertirse en su amiga.
Si me aceptáis un consejo, no queráis saber más de la historia, enfrentaos a este comic a ciegas... Lo disfrutareis más.
*Y si aún dudais sobre darle una oportunidad, solo os diré una cosa: ¿Recordáis cuando el mundo era así?
Comenzaré confesando que con Javier Marías siempre he sido un poco sofíamazaguista... ya sabéis, "Me encanta este escritor, algún día espero leer algo suyo".
Me explico: me bastó leer uno de sus libros, que consideré maravilloso, para elevarle a los altares, a pesar de que el resto de las novelas que leí no estuvieron a su altura. De todas ellas, una me dejó fría, dos las dejé a medias y el resto ni las he abierto. Sin embargo, el casi absoluto desconocimiento de su trabajo no me suponía ningún problema, consideraba tener información suficiente para hacer apasionadas críticas y fervientes recomendaciones de Marías como novelista. Hasta que leí Los enamoramientos.
«La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida…»
Así comienza Los enamoramientos, la nueva novela de Javier Marías, consagrado como uno de los mejores novelistas contemporáneos. María Dolz, la narradora y protagonista, sólo supo su nombre «cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa». Con una prosa profunda y cautivadora, esta novela reflexiona sobre el estado de enamoramiento, considerado casi universalmente como algo positivo e incluso redentor a veces, tanto que parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores desmanes y ruindades.Los enamoramientos es también un libro sobre la impunidad y sobre la horrible fuerza de los hechos; sobre la inconveniencia de que los muertos pudieran volver, por mucho que se los haya llorado y que en apariencia nada se deseara tanto como su regreso, o al menos que siguieran vivos; también sobre la imposibilidad de saber nunca la verdad cabalmente, ni siquiera la de nuestro pensamiento, oscilante y variable siempre.
Marías se me ha hecho mayor de golpe. Pero mayor-mayor. ¿Sabéis cuando estáis en la parada del autobús y se os acerca un abuelito a contaros batallitas? ¿Y le escucháis cortésmente, y fingís interés, y cuando parece que ha acabado vuelve otra vez a contar lo mismo? ¿Y otra vez, y otra? ¿Tanto que al final os sentís incómodos? Así de mayor.
Marías se repite. De forma externa, repite en este libro muchas de las divagaciones de Mañana en la batalla piensa en mí, y, en menor medida, de Corazón tan blanco. También de forma interna, repite las divagaciones de una página a otra, camufladas entre frases interminables. Los mismos personajes de siempre, en los mismos escenarios de siempre haciendo lo que hacen siempre: divagar en torno a un monotema, hasta que se te pone la cabeza como un bombo y piensas "que sí, pesao', que sí".
Y lo mejor de todo, ¿sabéis que es? Que habrá quien diga: ¡Pero bueno, Lorena, ¿por qué te quejas ahora? ¡Si siempre ha sido así!Y tendrán razón.
Pero que te des cuenta tarde de este tipo de defectos obvios, y que te empiece a hastiar lo que antes te encantaba es lo que ocurre cuando se acaba el amor.
Debo empezar diciendo que el piloto de Glee me dejó boquiabierta, fascinada. Cuando lo vi, estaba absolutamente convencida de que me encontraba ante algo totalmente rompedor, con un humor sutil, y si no negro, al menos gris oscuro.
Teníamos al típico profe-guay para un grupo de inadaptados de instituto, a una mini-diva que utilizaba al chico en silla de ruedas como parte de su atrezzo:
En el segundo episodio teníamos a ese mismo grupo de impopulares pretendiendo ser sexys, y logrando unicamente ser un tanto perturbadores:
Y en algún punto entre este segundo capítulo y los posteriores se decidió vender la serie al más puro merchandising, supeditando la trama dramática a los intereses comerciales. Fue entonces cuando se convirtió en todo un éxito, y cuando yo empecé a contabilizar las razones por las que considerarla un fraude:
Su falta de mala baba: ¿Teneis en mente esos ejemplos de mala leche y de humor incómodo que he citado antes? Quedaos con ellos, porque no ha habido (y probablemente no habrá) ninguno más...
...Y directamente relacionado con ello, su carácter adoctrinante/moralista: Habrá quien diga que en Estados Unidos necesitan escuchar lo importante que es respetar la orientación sexual ajena y lo dañino que es el bulling día sí, día también, pero a mí me resulta agotador. Últimamente la mitad de los capítulos están dedicados al "Quiérete tal como eres". Un poco demasiado, ¿no os parece?
Su definición de lo que es un coro: Que sí, que nos ha
quedado claro que Lea tiene una voz maravillosa, no necesitamos que
siga siendo la solista del 80% de las canciones. ¿En este plan pretenden ganar a Vocal adrenaline?
Sus tramas erráticas, inconsistentes, que supongo, responden a las directrices marcadas por los estudios de mercado. Personajes que aparecen y desaparecen en función de la popularidad del actor, tramas que se quedan colgadas cuando van funcionando mal... ¿Por qué Quinn no hace más que dar tumbos? ¿Dónde han ido a parar los miembros feos del club?
Mercedes: no es buena actriz y la mitad de la veces que canta, grita. Y además, es el ejemplo perfecto de personaje desdibujado con trama errática. Sus complejos van y vienes, así como sus aires de grandeza. ¿Por qué siendo como es, tiene esos ramalazos de diva solo tan ocasionalmente?
El profesor Shue: Irreal, de tan bueno y perfecto que es. Incluso la mala malísima de la entrenadora tiene claroscuros.
Su elección de canciones. Insultante es, como poco, que en un país con la historia musical de Estados Unidos, se haya dedicado un capítulo especial a Britney Spears y otro a Madonna, o haber interpretado al menos tres de los ¿seis singles? de Katy Perry y todos y cada uno de los de Lady Gaga. ¿Qué hay de los demás? Por poner un ejemplo, sin salirnos del pop, sólo se ha seleccionado una canción de Michael Jackson frente a las tres de Adele, que sólo tiene un disco.
Sus interpretaciones de las canciones: basadas en la imitación, en lugar de la versión. Son adolescentes descubriéndose a sí mismos, pero si tienen que cantar Don't stop believing, lo harán a lo ochentero.
Su abuso del autotune: en una serie sobre jóvenes cantantes es lo único que se oye, especialmente en las voces masculinas.
Y por último, pero no por ello menos importante, el saber que cuando quieren, pueden ponerte los pelos de punta...
Hoy, finalmente, he visto los dos primeros episodios de Once upon a time. Tenía muy pocas ganas
de ver en esta serie, por dos razones: ser producida por la ABC y contar con la
presencia de Jennifer Morrison.
Y su papel es the hope, ni más ni menos
Con el primer obstáculo pude lidiar, pues la ABC ha
producido un par de series que me han enganchado, en mayor o menor medida, a
pesar de su moralina: 10 thingsI hate about you y Makeit or break it. Eso tiene mérito. A Jennifer Morrison no me quedó otra que
soportarla, y tan mal no debió hacerlo, pues no me pasé los 80 minutos pensando
que otra actriz (cualquiera) podría haberlo hecho mejor... solo los primeros
20. Su personaje es, con mucho, el peor del elenco, así que en el fondo tendré
que agradecer que no hayan escogido a una actriz que me cayese bien para que al
final hubiera terminado odiándola.
Si al final he terminado dándole una oportunidad a Once upon a time, es, en primer lugar, por las buenas
críticas que he leído por todas partes y, en segundo lugar, por los rumores de que se trataba la adapatación televisiva del cómic Fables.
Leyendas en el exilio es el título del primer tomo de Fábulas
A día de hoy parece que nadie tiene muy claro si se trata de una adaptación oficial o no. Supongo que lo que ha pasado es lo que se nos dice en Telelocura: ¿Por qué pagar por una adaptación completa pudiendo, simplemente, copiar los elementos que prefieran? A mi no me parece mala idea. Yo tampoco habría adaptado con total fidelidad los comics, ¡ni que fueran perfectos! Ahora bien, teniendo en cuenta esto cabe preguntarse:
¿Hasta dónde llega la copia?
Para empezar, en su argumento...
La premisa de Fábulas se basa en que algunos de los
personajes de cuentos infantiles y del folklore popular viven
en nuestro mundo, intentando pasar desapercibidos entre los humanos
normales después de haber sido expulsados
de sus propio mundo mágico
por el ejército invasor de alguien que solo conocemos como El Adversario. Estas "Fábulas"
refugiadas han establecido su propia comunidad secreta entre
nosotros, cuya sede
es un edificio en pleno Manhattan.
La mayoría de las fábulas
perdieron todas o gran parte de sus posesiones en su
huida de su mundo natal y sueñan con el día
de poder regresar y expulsar a El Adversario. Mientras
tanto han organizado una sociedad secreta con un auto-gobierno
(con su propio alcalde, impuestos y policía) cuya regla
de oro es que ninguna Fábula puede permitir que los
"mundanos" descubran su naturaleza mágica.
frente a:
Once Upon a Time nos traslada a Storybrooke, en Maine, un pequeño pueblo donde viven atrapados y sin recordar quienes son los personajes de los cuentos de hadas.
En ese maldito lugar podemos encontrarnos con Blancanieves, el Príncipe
Encantador, Geppeto, Pepito Grillo, Caperucita Roja y su abuelita, la
Bruja Malvada y muchas más fábulas que irán apareciendo a medida que
vayan sucediéndose los capítulos.
...Continuando por sus personajes:
Aunque no comprendo la preferencia de los americanos por la sosísima princesa Disney cuya única actividad en su propia historia fue limpiar la casa de 7 enanitos, ahi la tenemos.
El Príncipe encantador de Las Fábulas es bastante más interesante, sobre todo por el hecho de que era el mismo principe para Bancanieves, Cenicienta y La bella durmiente.
Esperemos que al sheriff de la serie le dure más la nariz que a su homólogo en papel, al cual se la dejaron de dibujar en el tercer tomo.
¿Y dónde acaba la copia?
En primer lugar, los personajes de cuento de Once upon a time no saben quiénes son realmente... pero me temo que si lo supieran, serían unos aburridos de cuidado. En el comic de Fables sí que son conscientes de su identidad, y se aprecia la huella que ha dejado en ellos el vivir en una gran ciudad sin finales felices, lo que los aporta una cierta tridimensionalidad. Sin embargo, como esa sosería es solo una suposición mía, no me echaré de momento las manos a la cabeza.
Por otra parte, tenemos la localización, el que creo que es, de momento, el gra acierto de la serie. Las fábulas de Willingham se alojan en un gran edificio en el centro de Nueva York, donde viven entremezcladas con los habitantes humanos... sin levantar sospechas. ¡En Nueva York!
La localización en un pequeño pueblo de Maine de la serie es muchísimo más verosímil, y dota de cierto encanto los ambientes utilizados. Quizá porque a mí me recuerde un poco a Stars Hollow.
A pesar de todo lo dicho, tengo fe en esta serie, porque está a tiempo de aprovechar bien la premisa de la que parte. La serie de Willingham no lo hizo, y se echó a perder al poco de perder el factor novedad.
Uno de mis pequeños placeres culpables (si es que se le
puede llamar así) es la lectura de novelas impropias de mi edad y mi bagaje
literario, las consideradas dentro de la “literatura juvenil”. Y en esa
categoría me atraen especialmente las que se escriben para chicas,
protagonizadas por niñas torpes-pero-encantadoras inmersas en apasionados
triángulos amorosos. Ignoro si es porque aun, en el fondo, soy una jovenzuela,
y me encuentro con un pie dentro de esa área de público al que se dirigen, o
porque siento una fascinación especial por esas lecturas que son, de estúpidas,
casi insultantes.
A raíz de la publicación de los posters
de la película Los juegos del hambre
recuerdo que tenía pendiente terminarme una de esas trilogías que abandoné un
día que no tenía el cuerpo para tonterías. Ahora sí que debo tenerlo, porque
retomé la lectura del tercer tomo, el más insufrible de todos ellos (como manda
el canon).
Antes de empezar, ¿de qué saga estamos hablando?
Es la hora. Ya no hay vuelta atrás.
Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por
sobrevivir. Ganar significa Fama y
riqueza, perder significa la muerte segura... ¡Que empiecen los Septuagésimo
Cuartos Juegos del Hambre!
Un pasado de guerras ha dejado los 12 distritos que dividen Panem bajo el poder
tiránico del “Capitolio”. Sin libertad y en la pobreza, nadie puede salir de
los límites de su distrito. Sólo una chica de 16 años, Katniss Everdeen, osa
desafiar las normas para conseguir comida. Sus prinicipios se pondrán a prueba
con “Los juegos del hambre”, espectáculo televisado que el Capitolio organiza
para humillar a la población. Cada año, 2 representantes de cada distrito serán
obligados a subsistir en un medio hostil y luchar a muerte entre ellos hasta
que quede un solo superviviente. Cuando su hermana pequeña es elegida para
participar, Katniss no duda en ocupar su lugar, decidida a demostrar con su
actitud firme y decidida, que aún en las situaciones más desesperadas hay lugar
para el amor y el respeto.
Suena interesante ¿eh? ¡Y si no hubiera leído antes Battle
Royale sonaría hasta original! Tras un intenso ejercicio de apertura de
mente, acabo "Los juegos del hambre" con mejor opinión de la que creí
que tendría. Resulta que el libro de Suzanne Collins es interesante, y
adictivo. Muy adictivo. Pero claro, no podía ser de otra forma estando basado
en la fórmula de "Battle Royale".
Pero
también es muy light, y desaprovechado, porque cuando es patente de qué pie
cojea esta obra (su orientación a un público juvenil) ya ves venir el final. Sin
embargo, no deja de ser notable el intento de la autora de desmarcarse de las
típicas novelas rosas creando un personaje femenino poderoso e independiente.
Es una pena que no lo consiga del todo, pues son demasiadas las irónicas
escenas en las que el chico de turno adopta una actitud protectora para con una
chica que ha demostrado arreglárselas muy bien solita. Es más, la mayor parte
del tiempo son ellos quienes parecen necesitar la protección de Katniss.
Sin
embargo, creo que lo que más me atrajo fue la parte de Ciencia ficción pura y
dura, como la extravagante gente del Capitolio, y la crítica social implícita
en la presentación de los Juegos del Hambre como un Reality Show y todo lo que
ello conlleva: la búsqueda del favor del público, o la idea del enfrentamiento
entre los jóvenes que entrenan para competir desde pequeños y aquellos que
entran al juego obligados.
Suzanne
Collins podía haber intentado hacer algo distinto, pero cae en todos los
tópicos del género. Y es una pena, porque la fórmula del Battle Royale podía dar
mucho de sí.
Y las siguientes partes, más de lo mismo:
En
En llamas, la segunda parte de Los juegos del hambre, me encontré con
que los defectos que ya tenía el primer libro (provocados por lo limitado de la
autora, y el lastre de ser literatura juvenil) se habían acentuado, haciéndose
la lectura bastante pesada durante más de la mitad del libro. Hasta que Collins
no vuelve a la fórmula que tan bien le funcionó en la primera parte (¡y de qué
manera, me maravilló la idea del reloj!) no me enganché. Me encantaron todos
los acontecimientos que se suceden in crescendo a partir de ese momento, y el
final, sublime. (Aunque a mí no me pareció nada sorprendente, lo vi venir
muchísimo antes.) Esto es, lo que para mí, salvaba el libro. Todo lo demás,
morralla prescindible.
Aunque no tenía grandes expectativas con esta tercera parte,
pensé que quizá se repetiría el "milagro" de la segunda parte, dándonos
a los lectores un último tercio interesante. ¡Qué equivocada estaba!
Posibilidades había, sin embargo, pues la estructura del segundo y tercer libro
es muy similar.
Grosso modo, podríamos dividir el libro en tres partes: la
mal llevada trama amorosa, la mal escrita trama político-militar que interrumpe
brevemente la amorosa, y el bochornoso epílogo, digno de J.K.Rowling. Qué mal
se trata a los lectores jóvenes…
Y a partir de aquí, Spoilers:
Analizándolo por partes:
En la trama amorosa tenemos algo que me recuerda al Eclipse de Meyer (puedo estar confundida, no obstante, porque he intentado olvidar todo lo que leí de esa saga). Tenemos un triángulo amoroso, una chica traumatizada y confundida y dos pretendientes, uno ausente y uno aguantando el tirón. La autora(o su editorial) decide que solo puede existir una opinión única con respecto al pretendiente idóneo, y, como en el resto de las novelas de este género, tiran por el camino fácil: demonizar a uno de ellos y santificar al otro. ¿Qué es a costa de colocarles conductas que les serían impropias? Bah, qué más da. Total, solo lo leen quinceañeras, esas ni se enteran. Al pretendiente número 2 le sacamos una vena genocida, (tan típica de los chicos de 20 años) y listo! Así se disipan las dudas de la afortunada Katniss, y se ahorra el tomar una decisión difícil.
Las comeduras de cabeza de Katniss y su lenta evolución psicológico-amorosa se llevan un 80% de la novela, aproximadamente. El ritmo es relativamente tranquilo en estas partes. Aburrido para un lector que ya sabe por dónde van a ir los tiros.
Y llegamos a la parte de estrategia política, la única que me había resultado atractiva de los tomos anteriores. La pequeña parte dedicada a lo que se supone que es la trama principal, avanza a trompicones y se va volviendo incoherente por momentos, hasta llegar al climax con una explosión (literal) de ridiculez que me resultaba hasta ofensiva.
Veamos: los rebeldes están llegando al Capitolio, y Katniss descubre que el presidente Snow está utilizando a los niños de la ciudad como escudo humano. Esos niños son bombardeados desde el aire por lo que parecen los soldados del Capitolio, y los médicos del distrito 13 que van a auxiliarlos son masacrados también. Qué tragedia, ¿no? Y qué gore todo. Lo más fuerte es que en ese ataque muere la hermana de la prota… jo, voy a llorar. ¡Ah, no, que a mi estos personajes me importan un pimiento! Creo que lo que siento no es tristeza, sino confusión: ¿El presidente se crea un escudo humano (con los críos de sus ciudadanos) para cargárselo el mismo? ¿Eso tiene sentido?
¡Ah no, que todo es una estratagema de la escritora! ¡En un retorcido giro de los acontecimientos resulta que los atacantes son los rebeldes! Claro, eso tiene muchísimo sentido. ¿Qué mejor forma de legitimar un nuevo gobierno que cargándose a un montón de niños y a tus propios médicos?
Lo que nos está contando Collins es esto: el distrito 13 se pasa toda la revuelta lanzando propaganda a través de Katniss, porque consideran que el apoyo de la opinión pública es esencial para derrocar al actual gobierno. Cuando tienen a 11 distritos unidos a su causa (y a uno de ellos derrotado), deciden tomar la decisión menos popular posible: matar a un montón de niños, con la esperanza de cargar esas muertes a la cuenta de un gobierno que (1) Ya estaba derrocado (2) No tenía razones para hacerlo. Y todo esto sin olvidar el pequeño detallito del problema de infertilidad que azota el distrito nuclear.
Remata eso con un epílogo Rowlingiano.
¿Qué es, en resumen? Un despropósito. La sensación que se te
queda es: ¿qué más da, si es para quinceañeros, y esos se lo tragan todo?
"Todas las familias felices se parecen entre sí;
pero las que son desgraciadas lo son cada una a su manera”
Ana Karenina, Leon Tolstoi
Últimamente he leído tantas sagas familiares (y variantes)
que podría escribir un tratado sobre ellas. Cabeza
de perro, de Morten Randstand, ha sido la más reciente, y una de las más
interesantes.
Esta
divertida y originalísima novela sobre una saga familiar escandinava constituyó
el acontecimiento editorial del año 2005 en Dinamarca, donde además de obtener
un notable éxito de público fue galardonada con los premios más importantes,
entre ellos Autor del año, Libro del Año y el Golden Laurel, concedido por los
libreros de aquel país.
Después de pasar unos años en Ámsterdam intentando
abrirse camino como pintor, Asger regresa a Dinamarca para despedirse de su
abuela Bjork, que está a punto de morir. De esta manera, el joven se convierte
en depositario y narrador de la riquísima historia familiar de los Eriksson, un
mosaico de relatos que se extienden desde los años treinta del siglo pasado
hasta el presente. Así pues, la hisotira de este curioso clan de personajes
de marcado carácter y espíritu desinhibido comienza en una llanura helada de
Alemania oriental, en marzo de 1944, cuando Askild Eriksson, abuelo del
narrador, ingeniero naval y contrabandista, logra escapar del campo de
concentración de Sachsenhausen, eposidio que marcará de tal forma su vida
que proyectará sobre la familia una sombra de remordimiento y culpa que, por
otra parte, no hará mella en la exuberante vitalidad.
Con una voz cautivadora
que aúna lo tierno y lo grotesco, Morten
Ramsland mantiene con pulso firme el trepidante ritmo de la
narración, cautivando al lector con una sucesión de episodios disparatados que van conformando
un soberbio fresco sobre el devenir de una familia, y de un país, en el marco
de la historia reciente del norte de Europa.
En primer lugar, yo matizaría un poco la sinopsis oficial de
esta novela. ¿Divertidísima? Yo no diría tanto. ¿Originalísima? Permíteme
dudarlo. ¿Episodios disparados? No sé yo, me pregunto qué entiende Salamandra
por disparatados. Sí que es cierto, sin embargo, ese tono entre cautivador y
grotesco, ese paso de ternura a brutalidad en cuestión de líneas. Creo que ese
es uno de sus grandes aciertos.
Sí que estoy también de acuerdo con esta crítica en Politiken:
Ramsland escribe como si fuera un camión de bomberos con
la sirena puesta y a toda marcha
El ritmo de la novela es trepidante, y no es difícil
mantenerse inmerso en la lectura. Una vez has entendido que Stinne y Signe son
chicas, que Thorsten y Thor son personas diferentes pero Orejotas y Niels
Junior son la misma, que los nombres largos e impronunciables suelen ser
lugares y que hay continuos (y un tanto arbitrarios) saltos en el tiempo,
empiezas a disfrutar de la novela. ¡A mí solo me llevó medio libro conseguirlo!
A pesar de ello, y aunque parece que la cultura escandinava
nos queda muy lejos, si a Cabeza de perro
le quitas todos elementos nórdicos te queda una simple historia familiar. Y
no cualquiera, sino algo parecido a la maravillosa Las cenizas de Ángela. No a Cien años desoledad, o Hijos de la medianoche,
como dice la contraportada, sino a de la familia de Frank McCourt.